"No tenemos lucha contra carne y sangre, si no contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. " Efesios 6:12

domingo, 1 de febrero de 2015

CORRIENTES

Vecinos piden transformar el Anfiteatro en hospital de Alta complejidad

Hartos de tener que soportar el ruido producido por festivales de rock, chamamé, cumbia, folklore y comparsas, vecinos del Anfiteatro Cocomarola decidieron presentar un proyecto para transformarlo en un hospital de Alta Complejidad.
La idea es convertir un lugar que los martiriza en otro que mejore la salud y la calidad de vida de toda la población.
El proyecto cuenta con el respaldo de numerosos moradores de los barrios Cacique Canindeyú, Ciudad Arequipa, Ciudad Estepa y Doctor Nicolini y de los profesionales de la medicina local que ven en esta iniciativa la apertura de una nueva fuente laboral que permita extender el ejercicio de su actividad y dar respuesta a un vasto reclamo socio-sanitario.
De no prosperar este proyecto, advirtieron que recurrirán a la Justicia Civil para presentar un recurso de amparo que impida realizar más festivales en el Anfiteatro y aclararon que poseen una vasta jurisprudencia, ya exis­ten am­pa­ros ci­vi­les en to­do el pa­ís que respaldan su pedido.

Baja frecuencia
Uno de los sonidos que reconocieron como más molestos es el de las frecuencias bajas, producidos mayormente por el bajo, la batería y la guitarra eléctrica, que utilizan de manera abusiva grupos de rock y cumbia.
Sobre el particular, Beatriz, una de las danmificadas explicó “ponen equipos cada vez más potentes, prendés el aire y el ventilador para evitar el ruido pero igual sentís las vibraciones de la supuesta música aunque eso ya pasa a ser ruido y de música no tiene nada”.
Asimismo especificó “en los re­ci­ta­les de rock, cuan­do fu­man al­gún ti­po de hier­ba como marihuana tam­bién nos obligan a fu­ma­rla a no­so­tros” ya que al ser al aire libre el humo se esparce por todo el vecindario y contamina el medio ambiente. “Cuán­to ha­ce que so­por­ta­mos es­to, por­que nos agre­den tan­to”, se preguntó.
Giorgio y Teresa que viven desde hace 41 años por la calle Río Negro denunciaron indignados “las pruebas de sonido no tienen horarios: se realizan mañana, siesta, tarde y noche y nos obligan a escuchar ese pum, pum, pum (característico de los instrumentos electroacústicos y de percusión) que es insoportable”.
Además, mencionaron que han denunciado todos estos excesos a la Radio Municipal para que se sancione a los responsables y no se habilite más el Anfiteatro para este tipo de recitales pero “los ins­pec­to­res mu­ni­ci­pa­les que tie­nen a su car­go la me­di­ción de los de­ci­be­les, les con­fe­sa­ron que sa­ben perfectamente que es­tán su­pe­ran­do lo permitido pe­ro no ha­cen na­da”.
Con respecto a los daños colaterales, precisaron que padecen vi­bra­cio­nes en las ven­ta­nas -­ mu­chas de ellas has­ta se han ra­ja­do y ro­to por el efec­to de este tipo de so­ni­do en los cristales-­, ba­su­ra de to­do ti­po en pa­tios de­lan­te­ros o ve­re­das y au­tos es­ta­cio­na­dos en sus es­pa­cios ver­des; olo­res de to­do ti­po va­rias se­ma­nas des­pués de ca­da even­to o du­ran­te los mis­mos y la in­ter­mi­na­ble lis­ta con­ti­núa con ejem­plos ca­da vez más ver­gon­zo­sos.

Delitos
Teresa y Giorgio, son quie­nes más sien­ten el car­na­val, el rock, el cha­ma­mé, la cum­bia y to­do ti­po de rit­mo en car­ne vi­va y no por­que se­an aman­tes del mis­mo, si­no por­que sien­ten adentro de sus viviendas que la gen­te le es­tá can­tan­do en los oí­dos y los obliga a escuchar lo que no quieren violando sus derechos de propiedad, intimidad y salud.
Por otra parte agregaron que los inadaptados que concurren al Anfiteatro a trasnochar y enajenarse con el ruido de la música a alto volumen también “ti­ran bom­bas de estruendo a las 5 de la ma­ña­na”, faltándole el respeto y la consideración a quienes viven en la zona.

Chamamé
Con respecto al Chamamé, Diego que hace 22 años vive por la calle Us­huaia aclaró “con la ex­cu­sa que es cul­tu­ral se per­mi­te cual­quier co­sa, pe­ro no de­be ser así. Yo ca­mi­no to­dos los dí­as por las ca­lles a un cos­ta­do del An­fi­te­a­tro y en es­te úl­ti­mo Fes­ti­val del Cha­ma­mé regaron de orín las ve­re­das, es una as­que­ro­si­dad no se pue­de ca­mi­nar, con 30 o más gra­dos se le­van­ta ese olor en to­da la zo­na”.Da­niel re­cor­dó: “sa­len to­dos bo­rra­chos, la otra vez una chi­ca es­ta­cio­nó cer­ca de mi ca­sa y tum­bó un ár­bol por el es­ta­do de ebrie­dad que te­ní­a. ¿Por qué los inspectores que están ahí no ha­cen con­trol de al­co­ho­le­mia? ¿Por qué les permiten retirarse re alcoholizados y sin casco cuando no lo hacen habitualmente?”.
“Yo si sal­go a las 8 de la no­che vuel­vo más tar­de y no en­tro por­que la gen­te es­ta­cio­na en mi es­pa­cio ver­de, na­die res­pe­ta, tiran las bo­te­llas de vi­drio y de plás­ti­co jun­to con bol­sas a las bo­cas de tor­men­ta y por culpa de eso nos inundamos si llueve. Yo per­dí to­dos los mue­bles de mi ca­sa de la plan­ta ba­ja por­que se ta­pó una bo­ca de tor­men­ta por­que no tie­ne re­ji­lla y lle­gué a tener 40 cen­tí­me­tros de agua”, co­men­tó.
Du­ran­te los 10 dí­as del Fes­ti­val del Cha­ma­mé, un ve­ci­no pi­dió a los ins­pec­to­res del Área de Sa­ne­a­mien­to Am­bien­tal que una noche mi­dan el so­ni­do y la me­di­ción dio 70 de­ci­be­les cuan­do lo per­mi­ti­do son 30.

El infierno de los recitales
Li­lia quien vi­ve en las de­no­mi­na­das 300 vi­vien­das (Ba­rrio Ciu­dad de Are­qui­pa) por Río Ne­gro ha­ce 15 años enumeró una serie de re­ci­ta­les que se re­pi­tie­ron a lo lar­go del se­gun­do se­mes­tre del 2014.
Du­ran­te los dí­as 28 y 29 de agos­to es­tu­vo Prin­ce Roy­ce, el 6 de sep­tiem­bre un even­to cha­ma­me­ce­ro, del 12 al 14 de sep­tiem­bre re­ci­ta­les de rock, el 17 es­tu­vo Jo­a­quín Sa­bi­na, el 23 Ka­ri­na y el 27 Abel Pin­tos; en tan­to en no­viem­bre se re­a­li­zó la Pe­ña Sen­tir Cha­ma­mé. A es­to se su­ma que en ene­ro de 2015, du­ran­te 10 dí­as se re­a­li­zó la Fies­ta del Cha­ma­mé.
“Pa­ra cual­quie­ra una her­mo­sa car­te­le­ra de even­tos, pa­ra los que vi­vimos en la zo­na unos cuan­tos dí­as sin paz”, remarcó.

Clausura y relocalización
Los afec­ta­dos coin­ci­die­ron en que en el mun­do no existe un An­fi­te­a­tro que es­te en me­dio de un grupo de vi­vien­das; más de 4 mil ca­sas hay en la zo­na y des­de ha­ce tiem­po re­cla­man el cam­bio de es­ce­na­rio de to­do ti­po de even­tos mu­si­ca­les.
“Hay un nue­vo pro­yec­to de re­fac­ción del an­fi­te­a­tro pe­ro no que­re­mos una re­fac­ción que­re­mos que lo sa­quen de ahí. To­dos los an­fi­te­a­tros bien cons­trui­dos es­tán a ori­llas del río o en las afueras de la ciudad. Esto no da más y no­so­tros tam­po­co” di­jo Te­re­sa.
“En vez de pa­gar a tan­tos ar­tis­tas po­drí­an des­ti­nar ese di­ne­ro a bus­car otro lu­gar pa­ra ha­cer ese ti­po de even­to”, sen­ten­ció Da­niel
Finalmente reiteraron que si no se clausura definitivamente y se relocaliza el Anfiteatro  en un lugar alejado de la zona urbana en el que no vivan vecinos, los problemas van a continuar y judicializarán su reclamo.
Por último invitaron a quie­nes quie­ran su­mar­se al gru­po a ha­cer­lo a tra­vés del Fa­ce­bo­ok de Ar­man­do Ca­ta­la­no.

Publicado por diario Época. Disponible en sitio web:

Publicado por diario digital La Ciudad de Goya. Disponible en sitio web:

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