Profesionales del derecho, el periodismo y la
salud se sumaron a Unidos por el Silencio
El agravamiento de la violencia acústica en distintas zonas de la ciudad hizo que profesionales universitarios de diferentes carreras decidieran incorporarse a la lucha de la coordinadora contra los Ruidos Molestos Unidos por el Silencio.
Harto de tener que soportar diariamente el sonido de motos con escape libre, el ruido de un grupo electrógeno (sin ningún tipo de aislamiento) colocado enfrente de su domicilio y los bocinazos de remiseros que a toda hora levantan pasajeros en un conocido edificio de la calle Hipólito Yrigoyen (ubicado frente a su propiedad), un abogado del barrio militar Costanera II resolvió sumarse a la organización y aportar sus conocimientos legales para accionar contra los funcionarios municipales que no cumplen con su deber de aplicar las ordenanzas vigentes que establecen un máximo de 30 decibeles para la noche y 35 para el día.
Este abogado explicó que ha sufrido una pérdida de sensibilidad auditiva en uno de sus oídos a causa de esta problemática y advirtió que no está dispuesto a quedarse sordo por la desidia de inspectores y funcionarios que no tienen ganas de aplicar la ley.
“Hasta aquí llegué, el otorrinolaringólogo que me asistió dijo que la pérdida de mi audición es irreversible porque el ruido excesivo destruye las células del oído interno y estas no se regeneran. Así que de aquí en más voy a ejercer todos mis derechos como ciudadano y si las autoridades municipales que sostenemos con nuestros impuestos y tienen la obligación de garantizar la salud de cada uno de nosotros, no lo hacen, las voy a denunciar penalmente para que paguen judicialmente todo el daño que nos están haciendo con su negligencia”, manifestó.
Por otro lado, también se plegó a Unidos por el Silencio una profesional de la salud del barrio Arazaty afectada por el ruido comercial proveniente de las confiterías bailables ubicadas en la Costanera Sur.
Esta profesional, de aquilatada trayectoria en el medio, informó que el ruido proveniente de la música a alto volumen es uno de los más nocivos porque no solamente daña el oído, sino que también afecta al sistema nervioso central y está produciendo un sinnúmero de trastornos psícofísicos que antes no se veía.
Finalmente, un periodista de opinión de un medio gráfico local optó por integrarse a esta asociación vecinal para luchar contra las agresiones sonoras que “no solamente están contaminando el medio ambiente sino que están destruyendo la salud, la calidad de vida y la convivencia entre vecinos. Aquí hay gente que cree que vive sola y que en su casa puede hacer lo que le plazca sin importarle el otro y si los funcionarios siguen tolerando esta situación, la sociedad se seguirá fragmentando y corremos el riesgo de que se desarticule”, puntualizó.
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