"No tenemos lucha contra carne y sangre, si no contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. " Efesios 6:12

viernes, 30 de septiembre de 2016

CORRIENTES

Jorge Echeverz disertó sobre violencia sonora en el 
Segundo Congreso Regional de Contaminación Ambiental

El fundador y principal referente de la Asociación Unidos por el Silencio fue invitado a exponer sobre la problemática del ruido en el Segundo Congreso Regional de Contaminación Ambiental de Áreas Urbanas y Rurales que organizó la Federación Ambiente y Desarrollo Sustentable.
El acontecimiento se realizó en la sede del Colegio de Magistrados y funcionarios del Poder Judicial de la ciudad de Corrientes, y contó con la presencia de jueces de primera y segunda instancia, abogados, profesionales del derecho ambiental, escritores, representantes de organizaciones del tercer sector y grupos de lucha contra las agresiones acústicas.
En la apertura la doctora Dora Esther Ayala Rojas presentó el libro “La Contaminación Ambiental: un flagelo Silencioso”, compuesto por diez capítulos, uno de los cuales fue escrito por Jorge Echeverz y está dedicado exclusivamente a la contaminación sonora, con propuestas y políticas de estado que deben llevarse a cabo en los municipios, gobiernos provinciales, nacionales y el Poder Judicial.

Norma IRAM 4062
Posteriormente el representante de Unidos por el Silencio, mencionó los principales logros del año 2016 en el que subrayó la modificación de la norma IRAM 4062, que incluyó en el concepto de molestia los golpes y vibraciones de los graves (baja frecuencia), obliga a utilizar el decibel “C” para medirlos; el “Z” en los sonidos tonales (armónicos); y el “G” en el infrasonido. Estableciendo en todos los casos que cada uno de los inspectores deben permanecer en el lugar de evaluación durante 15 minutos como mínimo.
Asimismo destacó, que el Grupo de Experimentación Innovativa e Instrumental de la Universidad Nacional de Rosario, instaló un sonómetro digital gigante en la fachada del Centro Cultural Roberto Fontanarrosa. Este instrumento de medición tiene un indicador numérico legible desde 80 metros y sus dígitos cambian de color según el grado de riesgo auditivo que implica cada nivel. Los niveles inocuos se muestran en verde, los de precaución en amarillo y los que provocan daño auditivo, en rojo. Es el primero en el país que se instala en un lugar público a la vista de todos los transeúntes.

Jurisprudencia
En cuanto a la jurisprudencia, resaltó que La agrupación Vecinos convocados por la problemática de la nocturnidad logró que la Suprema Corte bonaerense rechazara una apelación de la Municipalidad de La Plata y ratificara la sentencia de la Cámara en lo Contencioso Administrativo, que obliga a la Comuna a hacer cumplir todas las ordenanzas vigentes en materia de ruidos molestos, clausurar definitivamente bares y confiterías bailables y relocalizar en lugares donde no vivan vecinos, boliches y cualquier tipo de espectáculos que generen contaminación acústica.
También el importante trabajo que realizó el fiscal Federico Delgado en la ciudad de Buenos Aires, que consiguió suspender las fiestas con música electrónica (Time Warp), porque se descubrió que produce alteraciones psicológicas, aceleración del pulso y la frecuencia cardíaca, irritabilidad, resonancias en tórax y abdomen y dispara la secreción de adrenalina, dopaminas y otro tipo de hormonas que producen la pérdida del autocontrol y el dominio propio. La causa que originó este fallo fue un elevado consumo de alcohol, drogas y cinco muertes.

Justicia por mano propia
Además, el dirigente mencionó los casos de Justicia por mano propia que se sucedieron este año en Argentina por ausencia del estado, entre los que destacó el de Villa Madero, partido de La Matanza provincia de Buenos Aires, en el que harto de padecer ruidos molestos, un hombre de 65 años ultimó a tiros a su vecino de 45 por negarse a bajar el volumen de la música que escuchaba. Según la Policía, el agresor acústico se encontraba realizando una fiesta con otras personas, cuando el danmificado acudió para solicitar que bajara el volumen de la música porque le molestaba. Lejos de responder a su pedido invocó un derecho inexistente, el de poder hacer en su casa lo que le viniese en gana sin importarle en lo más mínimo el perjuicio que le ocasionara a sus conciudadanos. Ante semejante e irrespetuosa afirmación, se produjo una acalorada discusión que terminó con varios tiros a quemarropa, que acabaron con la vida del “organizador de la fiesta”.
El otro hecho desagradable ocurrió en la localidad de Puerto Iguazú (Misiones) y tuvo como protagonista a Carlos Roballo, de 73 años que se vio obligado a hacer justicia por mano propia contra Raúl Garnica, el dueño de una parrilla lindera a su domicilio, para defenderse de la agresión acústica que estaba terminando con su vida.
Esta parrilla se encontraba ubicada en forma contigua a la vivienda familiar del damnificado y presunto autor del disparo y era famosa por realizar peñas folclóricas hasta altas horas de la madrugada sin estar debidamente acustizada.
Roballo, según testigos, en numerosas oportunidades pidió de buena manera a Garnica que bajaran el volumen de la música del restaurante porque le hacía daño y afectaba su salud, pero ante la indiferencia de éste y del Estado, al que realizó siete denuncias contravencionales sin obtener una sola respuesta, un día se cansó y decidió poner fin al suplicio que padecía.
  
El ejemplo de Colombia
Finalmente, Echeverz habló sobre las reformas legales que han adoptado otros países latinoamericanos como Colombia, cuyo Senado acaba de sancionar un Código Nacional de Convivencia (Ley 1801) que faculta a la Policía en casos de ruidos molestos para ingresar a los domicilios particulares sin orden de allanamiento, disolver fiestas, desconectar equipos de sonido, cortar la energía eléctrica, detener a los agresores acústicos y aplicarle una multa equivalente a 50 salarios mínimos. Uno de los principales objetivos de este Código es terminar con la práctica nefasta de escuchar música a alto volumen que altera la paz social y produce innumerables conflictos entre vecinos.

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